Amanecía. El maestro y su discípulo esperaban los primeros rayos del sol sentados en la posición del loto, con sus palmas abiertas al cielo.
- "Hoy conocerás la lógica" - le dijo el maestro - "¿Porqué h, j, k, l?" - le preguntó a su discípulo.
Este meditaba su respuesta consciente de que su maestro no se conformaría con una respuesta rápida.
- "El grupo de teclas h, j, k, l permite la navegación por el texto" - pensó. "El grupo no está elegido al azar, son las teclas de la línea central para la mano derecha, las más cómodas. Así la mano izquierda queda libre para coger la taza de té, pasar páginas o rascarse..."
- "La h y la l no tienen misterio. La h, situada en el extremo izquierdo del grupo desplaza el cursor a la izquierda. Y la l, situada en el extremo derecho, lo desplaza a la derecha."
- "Pero la elección de las teclas j y k para bajar y subir de línea respectivamente no es tan evidente. Su posición en el teclado no determina su función, hay que fijarse en los propios caracteres. El carácter j se traza por debajo de la línea base, por eso baja de línea. Al mismo tiempo, el carácter k se traza por encima de la línea base, por eso sube de línea".
El discípulo estaba seguro de tener la respuesta correcta para su maestro. Abrió los ojos para contestar, pero antes de pronunciar palabra vio a un colibrí sobrevolando la cabeza de su maestro.
Aquello era una señal. El colibrí significaba repetición, repetía constantemente el batir de sus alas. Pero, ¿qué significaba? Volvió a sumergirse en su meditación buscando la interpretación correcta a la señal.
"¿Qué se repite?" - su mente encontró enseguida la respuesta - "La funcionalidad de las teclas h, j, k, l se repite en las teclas de desplazamiento (arriba, abajo, izquierda y derecha). No solo eso, las teclas de desplazamiento superan a h, j, k, l porque ejercen su función en cualquier modo (comando, edición, visual) mientras que h, j, k, l solo operan en modo comando".
Pero era imposible. La repetición de funcionalidad era un defecto ¡un defecto en Vim!."
- "Vim no es perfecto" - pensó - "Y sin Vim, mi vida no tiene sentido" - sintió que el pánico se apoderaba de él - "Tendré que utilizar Em..." . No terminó su pensamiento porque un intenso dolor se apoderó de él subiendo desde la palma de su mano. Sin necesidad de abrir los ojos supo que su maestro le había golpeado con su vara de avellano y que, posiblemente, ahora estaría sangrando.
- "¡Nunca!" - le gritó su maestro - "¡La lógica, la lógica! ¡Utiliza la lógica!".
Volvió a concentrarse en el koan a pesar de que el dolor, y sobre todo el pánico, habían hecho mella en su corazón. "Tengo que razonar, buscar una línea de pensamiento lógica que lleve a la conclusión. ¿De qué premisa puedo partir? ¿Cuál es la primera verdad?". La respuesta llegó a su corazón desde sus primeros días como aprendiz - Vim es perfecto.
- "Si Vim es perfecto " - concluyó - "no puede tener comandos redundates. Luego tiene que haber una diferencia entre las funciones del grupo h, j, k, l y las teclas de desplazamiento. ¿Pero cuál?". Su mente se centró en los modos. "Las teclas de desplazamiento se pueden utilizar en cualquier modo, pero las teclas h, j, k, l sólo en modo comando. Tienen que existir por alguna razón lógica".
Tras varias horas de meditación, su mente se centró en las macros. En ellas estaba la respuesta. "Las teclas de desplazamiento no pueden utilizarse en una macro. Si sólo existieran ellas no podría hacer macros con desplazamientos del cursor. Por eso existen h, j, k, l, para poder crear macros con desplazamiento". Al llegar a esta conclusión noto como el Vim fluía por su médula espinal, le llegaba de gozo, de conocimiento. Lamentaba haber dudado, pero sabía que su duda había contribuido a hacer más fuerte su Vim.
Abrío los ojos, ya atardecía. Su maestro seguía en la posición del loto, meditando en su Vim. El discípulo, contemplándolo con admiración simplemente dijo:
"Maestro, Vim es lógico."